delicada. Hay poetas de buena ley entre nosotros... ese solo convencimiento es tan importante, que se ha podido decir de aquella fiesta, que era "realmente auspiciosa ". ,
Para hablar de poesía y sobre todo para juzgarla, es necesario amarla, pero amarla " con amor del alma". Aún asimismo, esto es sumamente difícil. El poeta infiltra en sus versos una parte de sí mismo, su secreta quimera, su ideal preferido. "Se penetra en lo que pertenece al gusto personal y particular, en lo que la "loca de la casa" se ha puesto á adorar y á vestir amorosamente á su manera. Juzgar los versos de los poetas, es casi como disputar con un amante sobre su querida, con esta diferencia sin embargo : que si no nos es permitido decir de aquélla el menor mal, se lleva la benevolencia hasta autorizarnos á que nos enamoremos de ella á nuestro turno".
No es mi propósito entrar, pues, por el momento en tan escabrosa senda. Pero sí creo poder observar que los "Juegos Florales" señalan un curioso fenómeno: ha concurrido principalmente una parte de la joven generación poética. Oyuela, Rivarola, Várela, Oliver, están todavía en esa edad feliz en que la historia del hombre no tiene aún su pasado. No quiere esto decir qué algunos de ellos no fueran ya ventajosamente conocidos, y que sus frentes no ostentaran