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casa en casa, de visita en visita, de la tertulia del boticario, donde se jugaba al tresillo, a la del confitero y cerero, donde se jugaba al mus ilustrado, y aderezando sus pláticas con la pimienta picante de la murmuración. ¡Cuál no sería su sorpresa ak saber el matrimonio de Quiteria y don Dimas! Puede calcularse con el dato de que aún fué mayor el que les produjo la noticia de que Quiteria se haHaba encinta. Si les hubieran asegurado que el pico de Alerce había dado a luz un toro, no les hubiese sorprendido más que aquella mueca burlona y epigramática de la naturaleza, que reservaba parala edad caduca de Quiteria la facultad maternal, que parece signo y emblema de la juventud robusta y poderosa. Murmuróse en el pueblo que aquelloera obra de brujería, y no faltó comadre parlan—china que jurase por ésta» (la señal de la cruz he—cha con los dedos grueso e indice de la mano dereoha) haber visto a Quiteria salir por la chimenea desu casa, caballera en una escoba para ir a un aquelarre donde el diablo la otorgó, a cambio del alma de don Dimas, aquel hijo que llevaba en el seno..

Cuando dió a luz, creció más el rumor, porque el niño salió, según era presumible, encanijado y mísero y con una idiosincrasia débil y enfermiza..

Bien es verdad que su cara era lindísima y que sus ojillos azules parecían dos espejitos de los ángeles;mas con tener aquella criatura, hijo de la necedad y la vejez, medio cielo en la enferma carita, no pug apartar de sí la fama fabulosa y brutal de su fr tástica generación. Con tan negra fortuna vin 5 RELACIONES.