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encierra cobre! El doblón se ha convertido en perro grande.

Murió el abuelo, murió el padre... queda sólo una mujer, último descendiente de lo que pudo ser dinastía y se convirtió en parentela. Su rostro expresa la tristeza; es bella, pero bella sin encanto.

Su hermosura pertenece al orden gótico. Es un rayo de luna filtrado por un transparente de la catedral de Toledo... ¡Venus entre cirios funerales!

Las gentes del país la llaman la señorita de Albaladejo, porque Albaladejo se nombra el obscuro rincón en que finca un caserío donde hay más palomas que seres humanos, más hormigas que granos de trigo y más tejas rotas que pesetas para componerlas. Era una hidalga de gotera; mas no areía en su hidalguía. Consultaba más veces su corazón que su escudo, y sobre las diferencias de linaje asentaba la igualdad de sentimientos.

Iba aquella mañana camino de la iglesia, y como estos pueblos montañeses no están agrupados en aglomeración de casas, como los bollos de la tía Javiera, en un pelotón indescriptible, sino esparcidos por el bosque, no es posible salir a la puerta