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casas destos eran de esteras, que a lo que parescio eran estantes; y despues que entramos en casa del cacique nos dio mucho pescado, y nosotros le dimos del maiz que trayamos y lo comieron en nuestra presencia y nos pidieron mas y se lo dimos, y el Gouernador le dio muchos rescates; el qual, estando con el cacique en su casa, a media hora de la noche supitamente los indios dieron en nosotros y en los que estauan muy malos, echados en la costa, y acometieron tambien la casa del cacique donde el Gouernador estaua y lo hirieron de vna piedra en el rostro. Los que alli se hallaron prendieron al cacique, mas como los suyos estauan tan cerca soltoseles y dexoles en las manos vna manta de martas zebelinas, que son las mejores que creo yo que en el mundo se podrian hallar y tienen vn olor que no paresce sino de ambar y almizcle, y alcanza tan lexos, que de mucha cantidad se siente; otras vimos alli, mas ningunas eran tales como estas. Los que alli se hallaron, viendo al Gouernador herido lo metimos en la varca e hezimos que con el se recogiesse toda la mas gente a sus varcas y quedamos hasta cinquenta en tierra para contra los indios, que nos acometieron tres vezes aquella noche y con tanto impetu que cada vez nos hazian retraer mas de vn tiro de piedra; ninguno ouo de nosotros que no quedasse herido, e yo lo fuy en la cara, y si como se hallaron pocas flechas, estuuieran mas proueydos dellas, sin dubda nos hizieran mucho daño. La vltima vez se pusieron en celada los capitanes Dorantes y Peñalosa y Tellez con quinze hombres, y dieron en