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cansancio y hambre, lleuauan hechas llagas en las espaldas, de lleuar las armas acuestas, sin otras cosas que se ofrescian. Mas con vernos llegados donde desseauamos y donde tanto mantenimiento y oro nos auian dicho que auia, parescionos que se nos auia quitado gran parte del trabajo y cansancio.


CAPITULO SEYS
COMO LLEGAMOS A APALACHE


Llegados que fuemos a vista de Apalache, el Gouernador mando que yo tomasse nueue de cauallo y cinquenta peones y entrasse en el pueblo, y ansi lo acometimos el Veedor e yo, y entrados no hallamos sino mugeres y muchachos, que los hombres a la sazon no estauan en el pueblo; mas de ay a poco, andando nosotros por el, acudieron y començaron a pelear flechandonos y mataron el cauallo del Veedor, mas al fin huyeron y nos dexaron. Alli hallamos mucha cantidad de maiz que estaua ya para cogerse, y mucho seco que tenian encerrado. Hallamosles muchos cueros de venados, y entre ellos algunas mantas de hilo, pequeñas y no buenas, con que las mugeres cubren algo de sus personas. Tenian muchos vasos para moler maiz. En el pueblo auia quarenta casas pequeñas y edificadas baxas y en lugares abrigados, por temor de las grandes tempestades que continuamente en aquella tierra suelen auer. El edificio es de