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hirieron; otro dia nos partimos de alli sin que indio ninguno de los naturales paresciesse, porque todos auian huydo; mas yendo nuestro camino parescieron indios, los quales venian de guerra y aunque nosotros los llamamos no quisieron boluer ni esperar, mas antes se retiraron siguiendonos por el mismo camino que lleuauamos. El Gouernador dexó vna celada de algunos de cauallo en el camino, que como passaron salieron a ellos y tomaron tres o quatro indios, y estos lleuamos por guias de alli adelante, los quales nos lleuaron por tierra muy trabajosa de andar y marauillosa de ver, porque en ella ay muy grandes montes y los arboles a marauilla altos, y son tantos los que estan caydos en el suelo, que nos embaraçauan el camino de suerte que no podiamos passar sin rodear mucho y con muy gran trabajo; de los que no estauan caydos, muchos estauan hendidos desde arriba hasta abaxo, de rayos que en aquella tierra caen, donde siempre ay muy grandes tormentas y tempestades. Con este trabajo caminamos hasta vn dia despues de Sant Juan, que llegamos a vista de Apalache sin que los indios de la tierra nos sintiessen; dimos muchas gracias a Dios por vernos tan cerca del, creyendo que era verdad lo que de aquella tierra nos auian dicho, que alli se acabarian los grandes trabajos que auiamos passado, assi por el malo y largo camino para andar, como por la mucha hambre que auiamos padescido, porque aunque algunas vezes hallauamos maiz, las mas andauamos siete e ocho leguas sin toparlo, y muchos auia entre nosotros que allende del mucho