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ciales. La gente de cauallo que con estos yuamos eramos quarenta de cauallo, y ansi anduuimos con aquel bastimento que lleuauamos quinze dias, sin hallar otra cosa que comer, saluo palmitos de la manera de los del Andaluzia. En todo este tiempo no hallamos indio ninguno, ni vimos casa ni poblado, y al cabo llegamos a vn rio que lo passamos con muy gran trabajo a nado y en balsas; detuuimonos vn dia en passarlo, que traya muy gran corriente. Passados a la otra parte salieron a nosotros hasta dozientos indios, poco mas o menos; el Gouernador salio a ellos y despues de auerlos hablado por señas ellos nos señalaron de suerte que nos ouimos de reboluer con ellos y prendimos cinco o seys, y estos nos lleuaron a sus casas, que estauan hasta media legua de alli, en las quales hallamos gran cantidad de maiz que estaua ya para cogerse, y dimos infinitas gracias a Nuestro Señor por auernos socorrido en tan gran necessidad, porque ciertamente, como eramos nueuos en los trabajos, allende del cansancio que trayamos, veniamos muy fatigados de hambre; y a tercero dia que allí llegamos nos juntamos el Contador y Veedor y Comissario e yo, y rogamos al Gouernador que embiasse a buscar la mar por ver si hallariamos puerto, porque los indios dezian que la mar no estaua muy lexos de alli. El nos respondio que no curassemos de hablar en aquello, porque estaua muy lexos de alli. Y como yo era el que mas le importunaua, dixome que me fuesse yo a descubrirla y que buscasse puerto, y que auia de yr a pie con quarenta hombres, y ansi, otro dia yo