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CAPITULO OCHENTA Y UNO

COMO QUISIERON MATAR A UN REGIDOR PORQUE LES HIZO VN REQUERIMIENTO

Estando las cosas en el estado que dicho tengo, vn Pedro de Molina, natural de Guadix y regidor de aquella ciudad, visto los grandes daños, alboro- tos y escándalos que en la tierra auia, se deter- mino por el seruicio de Su Magestad de entrar dentro en la palizada a do estañan los oficiales y Domingo de Yrala, y en presencia de todos, qui- tado el bonete, dixo a Martin de Ure, escriuano, que estaua presente, que leyesse a los oficiales aquel requerimiento para que cesassen los males y muertes y daños que en la tierra auia por la pri- sión del gouernador; que lo sacassen della y lo soltassen, porque con ello cesada todo, y sino qui- siessen sacarle le diessen lugar a que diesse poder a quien el quisiesse para que en nombre de Su Magestad gouernasse la prouincia y la tuuiesse en paz y en justicia. Dando el requerimiento al escri- uano, rehusaua de tomallo por estar delante todos aquellos, y al fin lo tomo y dixo al Pedro de Moli- na que si queria que lo leyesse que le pagasse sus derechos, y Pedro de Molina saco el espada que tenia en la cinta y diosela, la qual no quiso, di- ziendo que el no tomaua espada por prenda; el di- cho Pedro de Molina se quito vna caperuza mon- tera y se la dio y le dixo: leeldo, que no tengo otra mejor prenda. El Martin de Ure tomo la caperuga