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CAPITULO SETENTA Y NUEÜE

COMO SE FUERON LOS FRAYLES

En este tiempo que andauan las cosas tan ra- zias y tan rebueltas y de mala desistion, pares- ciendo a los fra3ies fray Bernaldo de Amienta que era buena cuyuntura y sazón para acabar de efectuar su proposito en quererse yr (como otra vez lo auian intentado), hablaron sobre ello a los oficiales y a Dominoo de Yrala para que les diesse fauor y a^aida para 3'r a la costa del Brasil, los quales por les dar contentamiento y por ser como eran contrarios del gouernador por auerles impe- dido el camino que entonces querían hazer, ellos les dieron licencia y ayudaron en lo que pudieron, 3^ que se fuessen a la costa del Brasil, y para ello llenaron consigo seys españoles 3^ algunas indias de las que enseñauan doctrina. Estando el gouer- nador en la prisión les dixo muchas vezes que por- que cesassen los alborotos que cada dia auia 3^ los males y daños que se hazian, le diessen lugar que en nombre de Su MagesJ:ad pudiesse nombrar vna persona que como. teniente de gouernador les tu- uiesse en paz 3^ en justicia aquella tierra, 3^ que el gouernador tenia por bien, después de auerlo nombrado, venir ante Su Magestad a dar quenta de todo lo passado 3^ presente; y los oficiales le respondieron que después que fue preso perdieron la fuerga las prouisiones que tenia, 3" que no po- día vsar dellas y que bastaua la persona que ellos