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CAPITULO SETENTA Y OCHO

COMO ROBAUAN LA TIERRA LOS ALgADOS Y TOMAUAN" POR FUERZA SUS HAZIENDAS

Estando el gouernador desta manera, los oficia- les y Domingo de Yrala, luego que le prendieron, dieron licencia abiertamente a todos sus amigos y valedores y criados para que fuessen por los pue- blos y lugares de los indios y les tomassen las mu- geres y las hijas y las hamacas y otras cosas que tenian, por fuerera y sin pagárselo, cosa que no con- uenia al seruicio de Su Magestad y a la pacifica- ción de aquella tierra, y haziendo esto yuan por toda la tierra dándoles muchos palos, trayendoles por fuerga a sus casas para que labrassen sus he- redades sin pagarles nada por ello, y los indios se venían a quexar a Domingo de Yrala y a los ofi- ciales; ellos respondían que no eran parte para ello, de lo qual se contentauan algunos de los christianos porque sabían que les respondían aque- llo por les complazer para que ellos les ayudassen y fauoresciessen, y deziales a los christianos que ya ellos tenían libertad, que hiziessen lo que qui- siessen; de manera que con estas respuestas y malos tratamientos la tierra se comengo a despo- blar y se yuan los naturales a viuir a las montañas, escondidos donde no los pudiessen hallar los chris- tianos; muchos de los indios y sus mugeres e hijos eran christianos, y apartándose perdían ía doctri-