al seruicio de Dios y de Su Magestad. Y por lo que resultaua por el processo de sus culpas, conforme a derecho los condeno a muerte a treze o a catorze de su oeneracion que tenia presos. Y entrando en la cárcel su alcalde mayor a sacarlos, con vnos cuchillos que tenian escondidos dieron ciertas pu- ñaladas a personas que entraron con el alcalde y los mataran sino fuera por otra gente que con ellos 3'uan, que los socorrieron, y defendiéndose dellos fueles forjado meter mano a las espadas que lle- uauan y metiéronles en tanta necessidad que ma- taron dos dellos y sacaron los otros ahorcar en execucion de la sentencia.
CAPITULO TREYNTA Y QUATRO
DE COMO EL GOUERNADOR TORNO A SOCORRER A LOS QUE ESTAUAN EN BUENOS AYRES
Como las cosas estañan en paz 3^ quietud embio el gonernador a socorrer la gente que estaua en , Buenos Ayres y al capitán Juan Romero que auia embiado a hazer el mesmo socoito con dos vergan- tines 3^ gente, para el qual socorro acordó embiar al capitán Gonzalo de Mendoga con otros dos ver- gantines cargados de bastimentos e cien hombres, y esto hecho mando llamar los religiosos 3- clérigos y oficiales de Vuestra Alagestad, a los qüales dixo que pues no auia cosa que impidiesse el descubri- miento de aquella prouincia, que se deuia de bus- car lumbre 3- camino por donde sin peligro y me-
