buzes. Y como los enemigos reconoscieron tanto bulto de gentes y muchas lumbres de las mechas, hablaron alto diziendo: ¿quien S03^s vosotros que osays venir a nuestras casas?; y respondióles vn christiano que sabia su lengua y dixoles. Yo soy Héctor (que assi se Uamaua la lengua que lo dixo) y vengo con los mios a hazer el trueque (que en su lengua quiere dezir venganza) de la muerte de los Batates que vosotros matastes. Entonces respon- dieron los enemigos: vengays mucho en mal hora, que también aura para vosotros como ouo para ellos. Y acabado de dezir esto arrojaron a los es- pañoles los tizones de fuego que trayan en las ma- nos, e boluieron corriendo a sus casas y tomaron sus arcos y flechas y boluieron contra el gouerna- dor y su gente con tanto Ímpetu 3' braüeza que pa- rescia que no los tenian en nada; los indios que consigo lleuaua el gouernador se retiraran y hu- 'eran si osaran. Y visto esto por el gouernador encomendó el artilleria de campo que lleuaua a don Diego de Barba, y al capitán Salazar la infan- tería de todos los españoles e indios, hechos dos esquadrones, y mando echar los pretales de los cascaueles a los cauallos, y puesta la gente en or- den arremetieron contra los enemigos con el ape- llido y nombre de señor Santiago, el gouernador delante en su cauallo, tropellando quantos hallaua delante. Y como vieron los indios enemigos los ca- uallos, que nunca los auian visto, fue tanto el es- panto que tomaron (1) dellos que huyeron para los
(i) En la edición de 1 555: tomaren.