por el monte adentro' hu3^endo, y oiiieran herida con dos arcabuzacos al gouernador, porque le passaron las pelotas a rayz de la cara, los qnales se tiiuo por cierto que le tiraron maliciosamente por lo matar por complazer a Domingo de Yralas porque le auia quitado el mandar de la tierra como solía. Y visto por el g'ouernador que los indios se auian metido por los montes y que conuenia reme- diar y apaziguar tan grandes escándalos y albo- roto, se apeo solo y se lango en el monte con los indios, animándoles y diziendoles que no era nada, sino que aquel tiguere auia causado aquel albo- roto, y que el e su gente española eran sus amigos y hermanos y vassallos de Su Alagestad, y que fuessen todos con el adelante a echar los enemi- gos de la tierra, pues que los tenian muy cerca. Y con ver los indios al gouernador en persona entre ellos y con las cosas que les dixo, ellos se asossegaron y salieron del monte con el. Y es cierto que en aquel trance estuuo la cosa en punto de perderse todo el campo, porque si los dichos indios huyan y se boluian a sus casas nunca se asseguraran, ni fiaran de los españoles, ni sus amigos ^ parientes, y ansi se salieron llamando el gouernador a todos los principales por sus nom- bres, que se auian metido en los montes con los otros, los quales estañan muy atemorizados, y les dixo y asseguro que viniessen con el seguros sin ningún miedo ni temor, y que si los españoles los auian querido matar ellos auian sido la causa por- que se auian puesto en arma, dando a entender que los querían matar, porque bien entendido te-
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