no hiciessen daños ni agraiiios a los indios man- dóles que no contratassen, ni comunicassen con ellos, ni fuessen a sus casas 3^ lugares, por ser tal sü condición de los indios que de qualquier cosa se alteran y escandalizan, de donde podia resultar gran daño y desasossiego en toda la tierra, y assi mesmo mando que todas las personas que los en- tendían que tra^-a en su compañía, contratassen con los indios y les comprassen los bastimentos para toda la gente, todo a costa del gouernador. Y ássi cada dia repartía entre la gente los bastimen- tos por su propia persona y se los daua graciosa- mente sin interesse alguno.
Era cosa muy de ver quan temidos eran los cauallos por todos los indios de aquella tierra y prouincia, que del temor que les auian les sacauan al camino para que comiessen muchos manteni- mientos, gallinas y miel, diziendo que por que no se enojassen que ellos les darian muy bien de co- mer, y por los sossegar que no desamparassen sus pueblos, assentauan el real muy apartado dellos, y poi^que los christianos no les hiziessen fuerzas ni agrauios. V con esta orden y viendo que el go- uernador castigaua a quien en algo los enojaua, Ajenian todos los indios tan seguros con sus muge- res e hijos que era cosa de ver, y de muy lexos ve- nían cargados con mantenimientos, solo por ver los christianos y los cauallos, como gente que nun- ca tal auia visto passar por sus tierras.
Yendo caminando por la tierra y prouincia el gouernador y su gente llego a vn pueblo de indios de la generación de los Guaraníes v salió el señor