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uiessen sin hazer esto temian que se moririan, que para yr con nosotros no temian a los christianos ni a sus lanças. A los christianos les pesaua desto y hazian que su lengua les dixesse que nosotros eramos dellos mismos y nos auiamos perdido mucho tiempo auia y que eramos gente de poca suerte y valor, y que ellos eran los señores de aquella tierra, a quien auian de obedescer y seruir. Mas todo esto los indios tenian en muy poco o no nada de lo que les dezian, antes vnos con otros entre si platicauan diziendo que los christianos mentian, porque nosotros veniamos de donde salia el sol y ellos donde se pone, y que nosotros sanauamos los enfermos y ellos matauan los que estauan sanos, y que nosotros veniamos desnudos y descalços y ellos vestidos y en cauallos y con lanças, y que nosotros no teniamos cobdicia de ninguna cosa, antes todo quanto nos dauan tornauamos luego a dar y con nada nos quedauamos, y los otros no tenian otro fin sino robar todo quanto hallauan y nunca dauan nada a nadie; y desta manera relatauan todas nuestras cosas y las encarescian; por el contrario, de los otros. Y assi les respondieron a la lengua de los christianos y lo mismo hizieron saber a los otros por vna lengua que entre ellos auia, con quien nos entendiamos, y aquellos que la vsan llamamos propriamente Primahaitu, que es como dezir Vascongados, la qual mas de quatrocientas leguas de las que anduuimos hallamos vsada entre ellos sin auer otra por todas aquellas tierras. Finalmente, nunca pudo acabar con los indios creer que éramos de los otros

A. Núñez Cabeza de Vaca.—V.—I.°
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