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a rogar que nos fuessemos por la sierra. No lo quesimos hazer, y ellos, como vieron nuestra voluntad, aunque con mucha tristeza se despidieron de nosotros e se boluieron el rio abaxo a sus casas. Y nosotros caminamos por el rio arriba y desde a vn poco topamos dos mugeres cargadas que como nos vieron pararon y descargaronse e traxeronnos de lo que lleuauan, que era harina de maiz, y nos dixeron que adelante en aquel rio hallariamos casas e muchas tunas y de aquella harina. Y ansi nos despedimos dellas porque yuan a los otros donde auiamos partido. Y anduuimos hasta puesta del sol y llegamos a vn pueblo de hasta veynte casas, adonde nos rescibieron llorando y con grande tristeza porque sabian ya que adonde quiera que llegauamos eran todos saqueados y robados de los que nos acompañauan, y como nos vieron solos perdieron el miedo y dieronnos tunas y no otra cosa ninguna. Estuuimos alli aquella noche, y al alua, los indios que nos auian dexado el dia passado, dieron en sus casas. Y como los tomaron descuydados y seguros tomaronles quanto tenian, sin que tuuiessen lugar donde asconder ninguna cosa, de que ellos lloraron mucho, y los robadores, para consolarles los dezian que eramos hijos del Sol y que teniamos poder para sanar los enfermos y para matarlos, y otras mentiras aun mayores que estas. Como ellos las saben mejor hazer quando sienten que les conuiene, y dixeronles que nos lleuassen con mucho acatamiento y tuuiessen cuydado de no enojarnos en ninguna cosa y que nos diessen todo