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RETABLO 107


la intimidad devota que perdió nuestra hora y el credo de pureza que presidió los ritos en el templo del Arte.

Sólo puede alabarte

la que alzando la tapa de tu vida preciosa, mira la primorosa

red que forma la tela de tu púdico traje;

el legítimo encaje

que rozó tu teclado, fiel misal de marfil,

y confundió la mano de Beethoven amado, con la pálida mano de la Inmortal Amada, al bajar del atril.

La clásica Sonata,

y el lírico Minue,

que lleva en vuelo el alma en tu ala Appassio- [nata

y mueve en leve ritmo el diminuto pie.

El discreto motivo

del íntimo Rondó,

que evoca el señorío

del opacado gró;