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comisión era compuesta de tres personas respetables, entre las que ocupaba el primer lugar el Sr. Rodney, enviado después en calidad de ministro cerca de nuestro gobierno. Con la mas candorosa buena fe, y con aquel sentimiento de cordialidad que inspira un amigo, de cuyo interés no puede dudarse, mandé que los comisionados fuesen instruidos por los gefes de los respectivos departamentos, de cuanto les interesase saber en nuestra situación interior. Léanse las memorias que estos comisionados presentaron al presidente de su República al retorno de su comisión, y que fueron publicadas por las prensas de N. A.; y será preciso convenir en que Mr. Everett no pudo recibir de su gobierno la noticia de mi venta a los agentes de su S. M. C.

Es visto que el ministro N. Americano no pudo sacar de la República Argentina la noticia que lo puso en el caso de ser impostor y ridículo, y mas que verosimil que tampoco la hubo de las relaciones de su gobierno. ¿De donde, pues, ha podido este hombre sacar la especie estravagante de mi venta á los agentes españoles, de mi arrepentimiento, de mi desesperación, y de mi muerte obscura? Mientras él no lo dice, como yo lo espero, si es que tiene honor y delicadeza, me será permitido entrar en la obscuridad de las congeturas, y fijarme en probabilidades, tal vez engañosas, pero las únicas que se presentan con alguna apariencia de verdad.

A fines del año 1816, hallándome encargado del mando de la República me vi precisado á expulsar de ella á unos pocos hombres, que ponían en conflicto la quietud y el orden interior con las continuas maquinaciones de su genio díscolo y perturbador; habiéndome puesto antes de acuerdo con una comisión, que el congreso nombró de su seno, para imponerse de las causas que me impulsaban á esta medida. Fue precisamente la América del Norte el lugar á que fueron todos ellos á asilarse: y es racional creer, que estos individuos, en la necesidad de ocultar la verdadera causa de su espatriacion; pues que no es natural, ni presumible, que ellos dijesen, que habían sido espelidos por perturbadores del orden, y atentadores contra la autoridad nacional mas legalmente constituida, que había tenido hasta entonces el Estado, inventasen la venta y la traición como único arbitrio que le quedaba, para hacer entender, que por ser ellos buenos patriotas y zelosos defensores de la libertad, habían sido espulsados por la autoridad vendida. Esto no será, tal vez ecsacto: pero ello se presenta con una verosimilitud capaz de inclinar el juicio mas detenido y circunspecto. Los que han conocido las personas, á que me refiero, darán mas importancia á esta presunción; y solo ella ha podido indicarme el origen, de donde el señor Everett estrajo las falsas noticias, que produjo diez años después sin ecsamen, sin criterio, y con una ligereza inconcebible. Yo puedo admitir sin violencia esta presunción relativamente á la noticia de mi venta á los agentes