podian persuadir con eficacia la virtud? ¿Porqué habeis dejado á un lado á Jesucristo y á su gracia divina,con la cual únicamente se podian curar las llagas viciosas del hombre?
Habeis proclamado la secularizacion de la enseñanza, y ahora os quejais de que la juventud esta corrompida: habeis proclamado el matrimonio civil, y ahora os quejais de que el concubinato sea llevado en triunfo. Habeis querido dar á la prensa una libertad completa, y ahora os lamentais de que no podeis gobernar.
Os habeis calentado alrededor del fuego cuando se quemaban las casas de los religiosos: habeis callado, habeis consentido, habeis palmoteado, cuando eran perseguidos y salian al destierro; y ahora os turbais porque el fuego no respeta los limites y se ceba en vuestros campos.
¡Ah, recoged lo que habeis sembrado. Habeis sembrado vientos y tempestades, pues recoged ahora torbellinos y tormentas. Deseariais ahora detener los efectos si no por la conciencia, al menos por interes: tal vez no es ya tiempo, tal vez la llaga no admite ya remedio, y tendrà que lavarse con sangre, tal vez la Europa se va aproximando à una do aquellas catástrofes, que no tienen ejemplo igual en la historia.
Y si queda todavia algun remedio, no serà este ciertamente, el hacer cada dia nuevas concesiones á aquellas doctrinas, sino el reconocerlas por lo que son en realidad, rechazarlas francamente y combatirlas con todo empeño.»
Las sabias reflexiones que anteceden nos recuerdan las màximas de Mazzini y Garibaldi y los hechos de este último que tantas làgrimas cuestan á la humanidad.
Ese hombre funesto cómplice ó padrino de todos los regicidios, hà encomiado el asesinato, ha proclamado el òdio à Dios y á la religion, ha alentado á todos los perturbadores del òrden social.