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Nos referimos al incendio y saqueo del Colegio del Salvador.

Los insensatos que cometieron tan inicuo atentado eran todos liberales que habian educado su espíritu en las ideas deletéreas de los centros demagògicos recibiendo las inspiraciones de los falsos apòstoles que con sarcasmo inaudito pretenden predicar la libertad.

A esa turba desgraciada y repugnante se le enseñó que libertad es sinónimo de desfreno y licencia; que el hombre no es libre sinó cuando satisface todos sus apetitos y pasiones, por mas infámes y brutales que sean y que esa libertad há de buscarse y obtenerse aun á costa de la de los demas.

Nada debe oponerse à vuestra voluntad se les ha dicho, y si algo se opone, abrios paso con la daga, el estileto y el trabuco.

Es ese el Catecismo del liberalismo.

No es antigua la historia que referimos, los sucesos son recientes, està aun fresco el recuerdo de aquel acto de vandalismo sin precedentes en nuestro paìs.

Y ¿que motivos lo produjeron? La autoridad eclesiàstica con el celo que la distingue trataba de restituir à los Padres Jesuitas sin que estos lo pretendiesen, una propiedad de que habian sido despojados; y por ese acto perfectamente legítimo, que no era el uso de una libertad sinò el ejercicio de un derecho, se concitaron las turbas al desenfreno y la matanza, y el crímen se produjo.

Crimen y escàndalo salvaje! Las puertas del templo y del Colegio fueron derrumbadas al empuje criminal del tropel de liberales, los sacerdotes heridos ó estropeados, el edificio incendiado, profanadas las reliquias de los santos; y para colmo de iniquidad, la sagrada Eucaristia fué pisoteada y revuelta entre el lodo de la calle!

He ahì los frutos naturales del liberalismo! --