necerse; si tiene fortuna, debe deslumbrar al mundo con su boato.
Poco importan los medios à que para llenar esos deberes haya necesidad de recurrir; todos son buenos por mas brutales que sean, con tal de que satisfagan la cólera, los apetitos y las venganzas.
Resumiendo, diremos que el liberalísmo es la tiranía; es el desenfreno de todas las pasiones con su séquito de escandalos y orgias.
El es quien arma el brazo del regicida, él quien impulsa la petrolera, que con su cabellera desgreñada y tendida al viento atiza los incendios y acompaña el ruido fatídico del derrumbe con horribles y repugnantes blasfemias: èl quien rompe los sagrados vínculos de la familia introduciendo en ella el deshonor; fomenta los vicios prostituyendo la virtud y desprestigia a la Iglesia por medio de las mayores y mas infames calumnias.--
Ahoga la libertad en nombre de la libertad misma; destierra las comunidades y arranca de las escuelas los crucifijos y emblemas religiosos en nombre de la libertad de Conciencia.--Vive del sudor del pueblo á quien esplota miserablemente,oprime al humilde y escala los puestos publicos para tratar de saciar en ellos una rapiña insaciable.
Para sus afiliados parecen dichas las siguientes palabras de un sabio historiador de Roma:
Ut imperium revertant, libertatem prœ se ferunt; si reverterint, libertatem ipsam agredientur.
No tenemos que salir de nuestro país para comprobar la idea que acabamos de dar respecto del liberalismo; desgraciadamente los ejemplos son muchos y los casos bien conocidos.
Solo recordaremos un hecho vergonzoso que fué su obra y que registrará la historia para eterno baldon de esta sociedad.