No cabe duda que el fin propuesto por los Gobiernos y Sociedades actuales al dar atencion preferente à la educacion del pueblo, es el de hacer que ese mismo pueblo alcance en el porvenir el mayor grado de perfeccion posible y se componga de ciudadanos honestos y laboriosos, que por la practica de la virtud den dias de paz y ventura á la patria, y la defiendan con amor en los casos de peligro.
Esto es óbvio, por que si la educacion tuviere un fin contrario, seria preferible la mas crasa ignorancia y fuera insensatez hacer tan costosos sacrificios para obtener la ruina de las Sociedades.
Por eso dijo bien el Dr. Plaza cuando en su discurso inaugural del Congreso Pedagógico, espusó que: «educar las masas sin rumbo fijo y sin armonía con ese porvenir, seria esterilizar las fuerzas en la vaguedad de la imprevision y de la incoherencia de miras.»
Nosotros como Nacíon jòven aun, debemos guiarnos por la esperiencia ajena y tenemos necesariamente que tomar ejemplo de los pueblos que nos sirven de objetivo.
Pero aquí viene lo grave. Cierto es que calcamos nuestras leyes sobre las de las sociedades mas adelantadas, cuyo actual esplendor nos fascina; cierto es que algunas veces las copiamos al pie de la letra; pero tambien es cierto que muy amenudo nos apropiamos lo que tienen de malo y de imperfecto, abandonando lo bueno que encierran sus leyes y sus Códigos.
Asi por ejemplo; admiramos la grandeza actual de la Alemania y recordamos que toda su reconstruccion es debida á un rasgo de inspiracion y de genio del Rey Federico Guillermo,cuando estando ocupada su capital por un ejército francés despues del desastre de Yena dijo: «Que el Estado supla por fuerzas intelectuales las fuerzas materiales que ha perdido.» Recordamos todo eso y hallando razon en las palabras del sabio Monarca, autorizadas ademas por lo experien-