y poderosos enire los hombres si aman à Dios. El amor, esa caridad prescrita por el Evangelio, es una felicidad para este mundo y para la eternidad. Por medio del amor à Dios y á los hombres gozamos de la virtud, de la paz, y de la libertad en la tierra, y nos uniremos à Dios en el cielo.»
Esos principios requiere la familia; eso queria el reglamento de nuestras escuelas de entonces; de manera que con máximas tan cristianas, no podia ménos de formarse una juventud digna y elevada, capaz de dar à la patria dias de esplendorosa prosperidad.
No es estraño entonces que el estado floreciente de nuestra educacion y el sistema que se empleaba en aquella época, haya despertado el aplauso de Naciones vecinas que en documentos públicos encomiaban en términos honrosos para nosotros, la prosperidad de nuestras escuelas.