entre los antiguos quedaba abandonada à su suerte, sucedièndole todavia lo propio en los tiempos modernos allí donde no ha prevalecido el Cristianismo. El pensamiento de la religion cristiana en esta materia puede traducirse del modo siguiente: «El mal es incurable, y lo que conviene no es empeñarse en extirparle, sino en disminuirle y aliviarlo» No ha engañado à los pueblos con las ilusiones de un bienestar universal, siempre ha predicado la fraternidad universal, el respeto á la propiedad, y ha procurado precaver las colisiones violentas.
Desde los primeros tiempos de su establecimiento sobre la tierra empezó el Cristianismo la grande obra de la regeneracion social, mirando como uno de sus objetos mas predilectos el mejorar la suerte de las clases mas numerosas. Los muchos y variados establecimientos de beneficencia que se fundaron por todas partes, donde quiera que alcanzó su influjo; la abolicion de la esclavitud; la dulcificacion de las relaciones de los grandes con los pequeños, de los ricos con los pobres, hé aquí sus obras. . . . . .
Balmes concluye. . . Que no lo olviden todos los hombres pensadores; que no dejen de contribuír á la reorganizacion social fundada en nuestras creencias religiosas; que no pierdan de vista las clases ricas que su deber las obliga á procurar por todos los medios la moralidad de las clases inferiores, y el granjearse su buena voluntad por medio del desprendimiento y de la beneficencia; que no se hagan ilusiones sobre lo remoto del peligro: á veces una débil rafaga de viento empieza rizando ligeramente la superficie del mar, y á poco rato se ha convertido en tremendo huracan, que estrellan contra las rocas las naves, cual quebradizos vasos de cristal.