Es muy sencilla: todos sebreabundaban de poblacion, y se veian precisados à buscar un desagüe en otras tierras para deshacerse de una parte de ella. Asi es que el sistema de estos establecimientos en paises lejanos, que tanto prevaleció entre los fenicios, los rodios, los cartagineses y otros pueblos, no debe precisamente considerarse como un sistema de factorías que les asegurasen la extension y prosperidad del comercio, sino como un remedio à los males que afligian á las clases mas numerosas, las que no teniendo de que alimentarse ponian en peligro la tranquilidad pública.
Con el establecimiento del Cristíanismo se mejorò inmensamente la suerte de la humanidad; pues abolida la esclavitud con su lenta y benéfica influencia, è inoculado en las leyes y en las costumbres su principio de amor y fraternidad universal, las clases mas numerosas han cambiado enteramente de situacion; y ya que no haya sido posible hacerlas felices, al menos se ha conseguido asegurarles una suerte incomparablente menos desgraciada. Sin embargo, el Cristianismo, tan vasto y profundo en sus miras como sabio y prudente en su conducta, nunca ha prometido à la generalidad de los hombres cambios radicale en su suerte material; esta clase de beneficios los ha dispensado lentamente, sin ruido sin que lo advirtiesen siquiera los mismos que los recibian.
El Cristianismo conociò una verdad, que ha venido despues á confirmar los principios de la economía política; y es la imposibilidad de que en una sociedad muy numerosa todos los individuos tengan los medios necesarios para vivir comodamente. La multiplicacion de los hombres esta en desproporcion con el aumento de produccion de los medios de subsistencia: estos medios no llegan al nivel necesario y por esto queda siempre una cierta masa que, ó padece privaciones, ò muere de hambre: masa que