de los proletarios, que apenas se contaban dos mil personas que poseyesen algo. No queremos que se diga que hemos escogido adrede el tiempo mas corrompido, cuando se encumbraba la ambicion en brazos de la codicia.
Limitarémonos, pues, à los tiempos mas felices de la república, en que la austera pobreza, sæva paupertas de Horacio, formaba hombres tan esclarecidos como Camilo. Licinio fué el primer cónsul salido de la clase plebeya; y cabalmente en la misma ley que le eleva al primer puesto de la repùblica, vemos involucrado el interés social; pues que es el mismo Licinio quien, siendo tribuno de la plebe, habia hecho establecer la famosa ley Licinia, sobre la limitacion del derecho de adquirir, poniendo coto à la excesiva acumulacion, y sobre el alivio de los pobres oprimidos por las usuras de los ricos. Los Gracos, que tanto dieron que entender á la nobleza romana echaban mano tambien de la palanca mas poderosa para remover la plebe: la ejecucion de la ley Licinia era su tema favorito; el repartimiento de tierras entre las clases menesterosas era el estimulante cebo con que atraian á la multitud, y que les labraba aquella popularidad á que no encontraron otro remedio los patricios que la muerte de los dos tribunos.
Fàcil es calcular lo que sucederia en otros paises, cuando en las dos repúblicas donde fué mas vivo el espiritu de libertad y donde llegaron à ejercer mas influencia las clases inferiores, era sin embargo tan triste su situacion, y las mas de las disensiones políticas reconocian por orígen principal la falta de medios de subsistencia. Un hecho confirma la verdad que estamos indicando y es la tendencia de los pueblos antiguos al sistema de las colonias. Los egipcios, los fenicios, los rodios, todos los griegos de las costas de Asia, los cartagineses, los romanos, todos ofrecen el mismo fenòmeno. Y ¿cual es la causa?