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la injusticia de los hombres, pero que tiene su principal orígen en la misma naturaleza de las cosas. Examinad las civilizaciones antiguas, y vereis que se verifica en ellas de un modo horroroso aquello de humanum paucis vivit genus. Prescindiendo de la esclavitud y de la diferencia de castas que ya por sí solas condenaban á una gran parte de la humanidad á las mayores miserias y padecimientos, y concretàndonos tan solo à la clasificacion de pobres y ricos, vemos que las ventajas de la sociedad eran para pocos, y que de aquí dimanaba la eterna lucha entre los que trabajaban y los que gozaban. ¿Que es lo que principalmente embaraza à Solon cuando se propone dar leyes à los atenienses? Los ricos que quieren conservar sus riquezas, y exigir de los pobres lo que estos les deben: y los pobres que no pueden pagar, y que ademas pretenden un repartimiento de tierras. Bajo una ú otra forma, esta es la cuestion eterna de la república de Atenas. En Roma notamos una lucha semejante dimanada de la misma causa. Entre los patricios y plebeyos, no se trata principalmente de honores y de mando; lo que se disputa es el pan que sobra á los ricos y escasea á los pobres. Y cuenta que aun no hablarnos de los tiempos en que abrigaba Roma à los Lúculos y Crasos, cuyas desmedidas riquezas han pasado á proverbio; de aquellos tiempos en que los pretores y generales robaban con el mayor descaro en las provincias sujetas à su mando, seguros de que amontonando oro, y desparramándole despues en su patria, obtendrian los sufragios que necesitase su ambicion: épocas desastrosas en que la maldita sed del oro se habia apoderado de todos los corazones, y concentrando en manos de pocos toda la riqueza, acrecentaba lastimosamente el número de los pobres, hasta el extremo de que en una ciudad de un millon doscientas mil almas, cual se calculaba Roma en los ultimos tiempos de la república, era tan grande el nùmero de los esclavos y