energia como razon á un economista de la escuela utilitaria, que no veia otro remedio al mal, que cerrar las escuelas, y poner en lugar del maestro al gendarme.»
Hemos presentado estos datos para llamar vivamente la atencion pùblica sobre el inminente riesgo que corre la sociedad en no sirviendo de principal base á la enseñanza la Religion. No se crea que hayamos agotado las pruebas, y que nuestra opinion sea aislada, y que nuestros clamores sean hijos de un temor exagerado: fàcil nos seria apoyarnos en la autoridad de hombres distinguidos, y que no pueden pasar plaza de preocupados; tales como Monsieur Guerry, Mr. Dupin, Mr. Moreau Christophe, el baron de Moragües, Mr. Quetelet y otros, todos acordes en la funesta relacion que se encuentra entre la instruccion y el crímen; y si hubiéramos querido echar mano de los trabajos del ilustre español D. Ramon de la Sagra, bastáranos abrir sus Lecciones de economia social, para encontrar abundancia de guarismos que vienen en confirmacion del hecho lamentable que estamos indicando.
Ya que hemos nombrado á este distinguido economista, séanos permitido insertar aqui las notables palabras con que expresa su opinion sobre esta importante materia: «De lo dicho pudiera tambien deducirse, que la instruccion primaria era un mal mas que un bien, y que la cultura del entendimiento, léjos de debilitar la inclinacion al crímen, tendía al contrario á aumentarla y fortificarla. Pero afortunadamente no es tal la consecuencia que debe deducirse. Lo que si resulta demostrado, de todo lo expuesto, es que la sola instruccion sin estar unida a la educaciou moral y religiosa no ofrece, contra la inmoralidad, el remedio que ha querido suponérsele; que la instruccion superior, no estando unida à un grado correspondiente de educacion moral y religiosa, no procura á los individuos los bienes in-