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Francisco Sosa.
REMORDIMIENTO.
Acaso, Lélia, al espirar la tarde,
Mirando sus postreros resplandores
A la orilla del mar, en mis amores
Piensas, y treme el corazon cobarde.
Es inútil tu afan de hacer alarde
De tu olvido crüel y tus rigores,
Pues tiene la conciencia aterradores
Tormentos de que no hay quien te resguarde.
Era en tarde otoñal clara y serena;
¿Te acuerdas bien? tu boca con mi boca,
Y tú en mis brazos con ferviente anhelo.
Del mar azul en la movible arena.
Movible como tú, de dicha loca
Mentiste amor ante la faz del cielo.
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