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Recordación Florida. 75

esclarecida gloria del poderoso católico y pío señor Rey de las Españas, que como señor natural y patrón universal dellos, los mantiene, y juntamente de aquellos que con el filo de la espada y el riego de su sangre abrieron camino al Evangelio para tan alto y excelente fruto.

Uno de los primitivos y ejemplares operarios desta sagrada familia de predicadores fué el venerable y religiosísimo fray Lope de Montoya, que entre los demás que entraron al beneficio y cultura desta silvestre viña, fué admirable y ejemplarísimo; sucediéndole, siendo provincial desta ilustre familia, caminar á pie por toda la molesta distancia y prolijas sendas de su provincia, derramada á varias situaciones, visitándola por sí mismo sin más tren ni compañía que unas alforjas, su breviario y un báculo, su compañero secretario, y un pobre humilde lego que le acompañaba de ida y vuelta de su visita; poniendo en ella exacto y religioso examen en la educación y examen de la doctrina cristiana, que los ministros vicarios daban á estos pobres indios: en cuyo ejercicio y empleo gustaba largo tiempo de su visita, padeciendo este venerable y ejemplar varón indecibles y crecidos trabajos y peligros en estas visitas de su provincia; porque como la tierra entonces estaba intratable é inculta, se le ofrecían á cada paso impedimentos y dificultades severas de osos, tigres, leones y otros animales que se le proponían, fuesen naturales ó en su figura y forma el demonio, porque á la verdad este estupendo y estático varón, corre hoy con opinión de milagros y espíritu profético, que a ser asunto propio hubiera mucho que ponderar de su admirable vida. En la Segunda parte espero decir mucho de lo que leí deste estupendo Padre en el libro de los milagros de la Santísima Virgen de Chiantla, que se me comunicó original, siendo yo corregidor y capitán á guerra del partido de Totonicapa y Gueguetenango; pero cuando más fatigado y con más peligro se vió, fué en uno de los pueblos de las Chiapas, donde estando una noche rezando los maitines de otro día, y la puerta abierta por lo caliente y abochornado del país, le acometió una sierpe, á cuya vista quedó el venerable va-