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CAPÍTULO II.


Del pueblo y montaña que llaman de San Diego, camino y tránsito para las barras y surgideros de la mar del Sur.

Tiene el pueblo de Alotenango debajo de su jurisdicción á el de San Diego, pueblo de abreviada y estrecha vecindad que sólo se mantiene como por señal de posesión y dominio de aquella extendida tierra, que corre y se dilata hasta introducirse por la costa del Sur; en cuyo territorio gozan una fértil y copiosa montaña de inestimables maderas que llaman el monte de San Diego: mas es para el provecho y logro como ninguno, pues de ella no se sacan las maderas que se pudieran á fácil comodidad conducir á esta ciudad de Goathemala, en especial el cedro, caobana, nogal, níspero, zapotillo, naranjo, tapinsiran, granadillo, cocchipilan y otras preciosas y excelentes maderas, y de elevada y subida estimación y precio para las obras de marquetería, y otras primorosas y pulidas de embutidos más gruesos; cuya aplicación y comercio les fuera de sobrada, útil y provechosa conveniencia á los indios de Alotenango, si se dieran á este género de ocupación y granjería. Mas no por eso les falta una opulenta copia de comodidad, nacida de la muy