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CAPITULO V.


De la continuación y progreso de esta guerra de Sacattepeques, y el último rendimiento de sus pueblos rebelados y castigo de Panaguali.

Desenvolviendo el sol de las tinieblas el sueño de los mortales, al tiempo de esclarecer y iluminar igualmente lo humilde de los valles y la pompa soberbia de los montes, habiendo corrido la campaña la destreza de la caballería y reconocido estar segura de las cautelas del enemigo, salió nuestro ejército del valle de las colinas tomando la marcha con lento y advertido paso á la vuelta y cercanía del pueblo de Sacattepeques sin impedimento alguno. Pero al mediar el camino de la llanura se empezó á divisar á las goteras de aquel numeroso pueblo más copioso y atrapado número de guerreros armados á su usanza de pieles de animales, rodelas y vara tostada y muchas plumas en la cabeza, á la manera en unos de diadema y en otros de abanico, y otros con arcos y saetas; no siendo el menor número los que combatían con hondas. Y al mismo tiempo que nuestro ejército campaba en la mitad de aquel llano, se empezó el de los indios á mover á violento y desordenado paso, acercándose con vocería y grita incomparable y temerosa á nuestros veteranos españoles. Pero desde el punto que empezaron á mover sus