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superiores. Así parece que de buena razón debiera ser en todas las repúblicas, y que sin duda esta máxima hacía florecer, de bueno en mejor, las repúblicas de los indios de aquellos tiempos con buenos consejeros, que colmados de experiencias, conciliaban con benevolencia la felicidad de los sucesos para sus reyes.

A los principios de la infancia de estos señoríos, no cuidaron sus reyes de la ostentación de la majestad que los acreditase poderosos; procurando más el parecerlo por el esfuerzo y poder de las armas; pareciéndoles, y no sin fundamento, que es mayor en un monarca el pronombre de guerrero que el de majestuoso. Y así, sólo en aquellos primeros tiempos se emplearon en estas bizarrías; en hacer beneficiar las tierras para más aficionar y establecer á los vasallos, labrar las minas, poblar y aumentar en el aspecto material sus ciudades y pueblos, y edificar suntuosos templos ó adoratorios á sus Idolos, y magníficos y ostentativos palacios para sus familias. Pero, establecido y fundamentado esto, pasando de lo que es poco á lo mucho, trataron de la mayor autoridad y más aparatosa majestad que pudieran apropiar á sus personas; dejándose tratar de pocos, y esto con ceremonias muy profundas y rendidas de adoración; estando cercados de muchos de los señores de su sangre, y muchos de los que obtenían los ahaguaes, y sirviéndose no menos de numerosa familia, que se componía y ordenaba de los más principales de sus estados, y éstos con atavío correspondiente á su calidad y al señor á quien servían: porque aunque era el mismo que ahora usan los principales, de camiseta y aiate ó tilma, mas esto era sobre el campo blanco de finísimo hilo de algodón, labrado de plumería matizada de variedad de colores, con que dibujaban en las mantas las figuras que querían. Pero el solio ó trono en que se sentaban, y especialmente el de que usaba el rey de el Quiché ó de Utatlán, era de grandísima y venerable majestad, porque levantándose el trono de su asiento sobre gradas, que volaban á mucha altura, venía á caer debajo de cuatro doseles ó baldoquines, que siendo el más alto de