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18 Biblioteca de los Americanistas.

ocupar el Imperio Mexicano, y se fueron extendiendo, por la multiplicación de estas gentes, hasta ocupar las provincias de todo este maravilloso Reino.

Que en él había numerosísimas y grandes ciudades con magníficos y decorosos edificios, lo asienta así la verdad indeleble de mi Castillo[1] llamándolos recios pueblos, por lo numerosos que eran, pues había poblazones de ocho y de diez mil casas; siendo de tal calidad lo que hallaron erigido los conquistadores gloriosos de este Reino de Goathemala, que hablando con Alvarado, alegres y consolados le decían, que no tenía que echar menos á México con lo que habían descubierto. Y hoy se comprueba la notoriedad de esta opinión con lo que vemos vestigioso, y en otras partes en pie, de ostentativas máquinas materiales; en lo que se admira en el Quiche, Tecpangoathemala, pueblo antiguo de Mixco, edificios de Gueguetenango y de Chialchitan á modo de fortalezas , y otros admirablemente ordenados en la provincia de la Verapaz; y la fábrica maravillosa y subterránea del pueblo de Pochuta, que siendo de firmísima y sólida argamasa, camina y corre por lo interior de la sierra por distancia prolongada de nueve leguas hasta el pueblo de Tecpangoathemala; que es argumento y prueba del soberano poder de aquellos reyes, y numerosidad sin cálculo de los vasallos que los obedecían. Fuera de que, así para esto como para testimonio de sus grandes fábricas, también autoriza esta opinión la fortaleza de Parrasquin, que se ve bajando de Totonicapa á la costa del Sur. Y aunque yo sólo consideraba con pocos años, que muchas cosas de estas me daban escritas los autores que leía, y que lo que me informaba la inspección contra aquellas narrativas era la miseria de unos habitables pajizos, si no me ladeaba á la incredulidad, á lo menos, suspenso el juicio quedaba en lo neutral siempre surto; pero lo más de ello que tengo visto, me hace creer que aun no podré comprender para escribir todo lo que hay de maravillas singulares en estas nuevas y apreciables provin-

  1. Bernal Díaz, fol. 164 de su original borrador.