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440 Biblioteca de los Americanistas.


Al Alba, que se divsa,
hizo señas el clarín,
y á los ánimos avisa,
que ya vocea el festín
con una boca de risa.

Dejando el lunes pasado,
que no corrió la fortuna
de los días por menguado,
á la Luna dedicado,
lo dejamos á la Luna.

De Noviembre el martes era,
contados seis, y no es necia
la cuenta desta manera;
pues por los Seises la Iglesia
es á voces la primera.

Donde por ir los primeros
con cristianas eficacias
á dar gracias, sus esmeros
dicen, que estar para gracias,
es acción de Caballeros.

Dirigióse aquesta acción,
á que en sus años al cedro
Carlos venza en duración:
y para la concesión
acudieron á San Pedro.

Tan de acuerdo es su asistencia
en la santa catedral;
daba cuerpo á su presencia,
con su Príncipe la Audiencia
que era verla cosa Real.

El Regimiento en verdad,
cuando las gracias oficia,
á los Nobles de lealtad,
teniéndolos de ciudad
les dio asiento de Justicia.

De los nobles más urbanos
era la Caballería,
que á los mismos Ciudadanos
los hizo su cortesía
Caballeros cortesanos.

Con su Pastor y Prelado
el Cabildo se reparte,
estando con el Senado
muy conforme en el estado,
aun haciendo coro aparte.

Los Religiosos Prelados,
asistieron tan señores,
por familias bien mirados,
que con estarse callados
se decían Superiores.

Como de re, mí, fa, sol,
se dan gracias este dia
por el Monarca Español,
que las diera el facistol
hizo á todos armonía.

En fin la accion acabada,
los clarines respondieron
á la música ajustada,
y los repiques hicieron
toda la acción muy sonada.

Y aunque salga de sagrado,
pues que mis verbos no tildo,
el Sacrificio acabado,
voy de las Fiestas llevado,
con licencia del Cabildo.

De aquí al Palacio la acción
se dirige, donde en alas
de las plumas, del salón
se pasaron al balcón,
quedando vanas las salas.

Era de ver la belleza
de los mismos miradores;
pues por alto su grandeza,
de la Audiencia los señores
la subieron á su Alteza.

La plaza ya despejada,
el encierro principiaron,
y por dejar ensayada
á los lances la estacada,
bravos toros se jugaron.

Bien mostraban desde luego
ser los toros unos rayos;
pues ya con puntas de fuego
amenazaban desmayos,
aun siendo cosa de juego.

Dejando en el coso el resto,
sólo cinco se jugaron;
y así los toros de presto,
porque no paraba en esto,
á pocos lances pararon.