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que no le daba más sino un poco de maíz para su sustentación. Y terminó diciendo que tenía á Bernal Díaz por persona muy honrada, á quien siempre había visto proceder bien y ser de buena vida y fama; que había sido y era la sazón regidor en la dicha villa de Guazacualco, en la que Sanchez, como vecino, habría visto y sabido las mercedes que le concediesen si con alguna se le hubiera agraciado.

Luis Marín, alcalde ordinario de la ciudad de Mexico, de más de treinta años de edad, que conocía á Bernal Díaz del Castillo de diez y siete á diez y ocho años atrás, poco manos ó menos, dijo: Que sabía de oídas cuanto afirmaban las preguntas sobre la expedición de Hernández de Córdoba, y le constaba lo relativo á la de Hernán Cortés, y á la conquista de Mexico, y á las entradas del capitán Gonzalo de Sandoval, á quien acompañó, y á la misión confiada á Rengel, sobre la que había oído decir y alabar el buen comportamiento de Bernal Díaz del Castillo. Dijo que el Luis Marín á quien se refería el interrogatorio era él, que como capitán llevó á sus órdenes al expresado Castillo, el que, por lo bien que sirvió á Su Majestad y lo mucho que trabajó en las conquistas, merecía ser gratificado: que en la expedición á las Higueras se halló presente, y en la jornada de Culaco envió él mismo á Francisco Marmolejo por capitán y con él á Bernal Díaz, que hizo lo en la pregunta contenido; que en las conquistas de Copilco y Xaltepeque sucedió exactamente lo que se dice, y en todos aquellos sucesos sirvió Díaz muy bien, haciendo lo que sus capitanes le mandaban, sin llevar salario alguno de su Majestad ni de otra persona en su nombre. Sabía también Luis Marín que á Bernal Díaz, por lo que sirvió á su Majestad en la Nueva España le encomendaron los pueblos y estancias contenidos en la pregunta, los cuales tuvo y poseyó cierto tiempo sin contradicción de persona alguna; que eran sitios muy buenos y tan poblados como los vió muchas veces, y de ellos el pueblo de Tlapa le quitó el capitán Osorio y el de Chamula y sus estancias Diego de Mazariegos, sin tener, á su juicio, más poder para quitárselos que ser ca-