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Recordación Florida. 327

dentes y cercanas á el número y formación extendida de sus decentes edificios y reedificación de sus templos; cogiéndose en lo tupido de sus bosques muchos olorosos y incorruptibles cedros de corpulencia increíble,[1] y no menor cantidad de granadillos, mezcal, corhipilin, guaje, tepeguaje, zapotillo, sopolocoguit, suchicoguit, y otras maderas tan firmes como el acero; pero carece de pinos y de cipreses esta montaña.

La varia, matizada abundancia de admirables y pulidas flores es en este alegre país con exceso crecida, aunque casi todas de las singulares y extrañas para la Europa; siendo sólo las más de las que por su natural producción lleva la tierra, y compone en sucesiva nivelación el tiempo, especialmente de aquellas que, producidas y alimentadas de un vástago sin ramas, en tejida copa, en su eminente gola dan un poblado ramillete de campanillas rojas, y son conocidas por amapolas, aunque no lo son; y las que, produciendo de una vara, á la manera de la azucena, en lo eminente arrojan un copo de florecillas, largas de medio dedo, matizadas de blanco y negro, que abren á la manera del lirio, formando todas una pluma como las del avestruz, y les llaman Dominicanas. Mas en los cercados de las mismas casas, que llaman Tezacuales, se cría un bejuquillo que, por Octubre hasta Enero, lleva unas flores moradas, del tamaño de una nuez, que llaman Patillos, porque en su formación se ve un pato de aquel tamaño y proporción de una nuez, que tiene cuerpo, alas, cola, cuello, cabeza y el piquillo, que es la vid de donde cuelga: no tienen aprecio, porque no todos reparan en su admirable formación.

En las quebradas húmedas y de arenoso terreno se cría, en este valle, una hierba menuda, aunque en la pompa de sus hojillas es siempre lozana y hueca, siempre verde y siempre proporcionadamente jugosa, ñudosa y encanutada á breve y medida distancia, en la composición atenta de sus cañones vanos, bien que llenos en la propiedad de su frágil

  1. Acosta, cap. XXX, fol. 269.