Página:Recordacion Florida Tomo I.pdf/407

Esta página ha sido validada
326 Biblioteca de los Americanistas.

suficiente y proporcionado á su aplicación, que generalmente llaman de Morán; aunque con estas dos oficinas no hay suficiente dispendio á la provisión necesaria, precisando á valerse por la cercanía de el más corriente y de más piedras, sito en el pueblo de Amatitlán.

En un sitio amenísimo y deleitable que llaman el Ajial, que es un valle cuya formación y asiento á la parte del Norte se ve ceñido de inaccesibles serranías, y de la profunda y maravillosa laguna que llaman de Amatitlán y Petapa, obtienen los indios petapanecos provechosas y seguras huertas de innumerables y deliciosos platanales, y eras dilatadas y de cuidadoso cultivo, atento á la producción de crecidos y excelentes melones tan buenos como los de Tierrafirme en su corpulencia, fragrancia y gusto,[1] así como las sandías crecidísimas y abundantes; de cuya producción , y en especial de la de los platanales, adquieren grande porción de pesos en el abasto que de estos géneros de fruta introducen frecuentemente en Goathemala, sin intermisión alguna en día del año, sino es en la de los melones y sandías, que tienen su tiempo determinado y fijo desde mediado Enero á el fin y término de Abril. Siendo este deleitable y prodigioso sitio el objeto más apacible y recreable á la vista de cuantos pueden proponérsele, y donde también los indios cultores hacen las sementeras y labores de sus maizales, y las que necesitan para el chile ó ají, de donde tomó el pronombre y denominación de el Ajial, y que juntamente produce grande y abastecida cosecha de tomates tan crecidos, que uno solo llena el hueco y circunferencia de un plato.

A la contrapuesta ribera de la laguna está el río y eminente monte, ó sierra prolongada y altiva, que llaman de Tepeztenango, cuya etimología es de cerro eminente, de tepez, que es «cerro,» y tenango «eminencia;» de cuya opulenta y vegetable poblazón se mantiene segura y se provee confiada la vecindad numerosa de Petapa, y haciendas convecinas, de ricas y incorruptibles maderas, que sirven provi-

  1. Acosta, cap. XXXI, fol. 172.