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Recordación Florida. 321

ejemplo las fuerzas de los nuestros, cargaron todos á la parte donde se mantenía la gente que estaba á cargo del capitán Hernando de Alvarado, desamparando todo un costado del peñol; con que pudo el Adelantado propasar el foso, y ocupando aquella parle, y repechada su eminencia, hacer descender á los defensores á la parte contraria. Pero ya en este tiempo, peleando como desesperados, no sólo se defendían con las saetas, pero se aumentaba el peligro de los nuestros con la innumerable piedra que arrojaban á el tercio de Hernando de Alvarado,[1] que recibiendo un golpe en la cabeza cayó á el instante muerto; mas sustituyéndole Pedro de Valdivieso, hizo mantener á los nuestros contra aquella pluvia de saetas y de piedras disformes, hasta que, á el terminar las luces, descendiendo los indios con más precipitado furor, hicieron morir en este último conflicto á Pedro de Valdivieso y á Juan Alvarez;[2] y de la parte del tercio del Adelantado, á el seguirles la retirada, á Fernando de Espinosa y á Gonzalo Gómez, soldados de no menos reputación, valor y astucia que Hernando de Alvarado y sus compañeros; quedando en esta ocasión herido de un golpe de saeta mi progenitor Bernal Díaz del Castillo, aunque ligeramente.

Vencida esta dificultad no poco peligrosa, pasó el Adelantado D. Pedro de Alvarado á los llanos que ahora llamamos de Canales, donde volvió á encontrarse con los indios petapanecos, que eran los que habían mantenido la guerra del peñol, porque Jalpatagua siempre fué de limitado y cobarde pueblo;[3] y siendo estos, que de nuevo se encontraron, innumerables guerreros, me persuado á que este escuadron de indios se componía de los pueblos de Petapa, Pinula, Guaymango, Guanagazapa, Guaymoco y Jumay,[4] no sé si hasta hoy bien domesticados. Con estos,

  1. Libro I de Cabildo, fol. 54 vuelto.
  2. Ibid.
  3. Bernal Díaz, fol. 236.
  4. Libro I de Cabildo, fols. 162, 163 y 164.
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