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Recordación Florida. 317

ba de una amistad cortesana y común, para que cada uno se tuviera lo que era suyo y usara libremente de su gobierno; pero como se vió privado del dominio, y que D. Pedro de Alvarado se lo mandaba todo y era dueño de los países, pasando también á mandarle á él, pasó disimulado dos años, hasta que, llegada esta ocasión, y alentado con la ausencia de D. Pedro, hizo mensajeros y embajadores á el pueblo de Utatlán, cuyo rey, que era de su propia estirpe, despachó los mensajeros á aquellos pueblos suyos, convocando al mismo tiempo á Cazhualam, señor del pueblo malcontento de Petapa y á el señor de Pinula, inmediato á aquel; hallándose de esta suerte sublevado y libre mucha distancia de país, corriendo la longitud de tierra levantada por más de noventa leguas, desde la parte de Cuzcatlán á la de Olintepeque; habiendo tomado libremente las armas muchos y numerosos pueblos de todo este contorno, debajo de la obediencia de Sinacam, rey de Cachiquel y Goathemala, y de Sequechul, rey del Quiché que estaba restado en Goathemala desde el año de 1524,[1] porque después de la muerte de horca que padeció su padre se volvió á rebelar. Salieron, pues, á las campañas, y en especial los Goathemaltecos, que, desamparando las poblazones, alojaron no muy distantes, divididos en dos cuerpos de ejército; uno en el Valle de Alotenango con las divisas del rey Sinacam, y otro en el Valle que hoy tenemos poblado con el aspecto material de esta ciudad de Goathemala, que los indios llaman Panchoy, y los nuestros llamaron Valle del Tuerto; militando éstos debajo de las órdenes de Sequechul.

Fué necesario en este inopinado movimiento el que los nuestros, abandonando todo el cuidado del gobierno político, cargasen todo el peso de la consideración á el manejo de las armas, y que los alcaldes ordinarios proveyesen nuevas conductas y capitanías para esta expedición; siendo nombrado para una de ellas el capitán Gonzalo de Alvarado, alcalde ordinario y causador de este daño, que ejecutó

  1. Libro II de Cabildo, fol. 188.