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Recordación Florida. 299

severamente, aunque fueran infantas, con ramas de ortiga que llaman chichicastle. Hoy se tiene con ellas mucho cuidado y recato, digo en las principales, que de las mazeguales ó plebeyas las más se pierden. Los mancebos de esta nación trabajan al sueldo, ó en sus inteligencias, milpas, cacaguatales ó otras cosas, y acuden con todo lo que ganan á sus padres, y están á sus expensas hasta que estos jóvenes toman estado, y entonces corren por sí; y hacen con ellos sus hijos lo mismo que ellos observaron con sus padres. Y el traer á sus hijos á la vista y siempre á su lado, es porque se recelan y temen que con las compañías de los otros se perviertan ó desmanden á travesuras que no les convienen, de donde resultan muchas desgracias, y entre los padres de unos y otros muchos y notables disgustos. Los juegos de los chiquillos se reducen á cosas muy caseras, templadas y en que no pueden recibir daño; como en sembrar y cuidar una milpilla de veinte á treinta pies de maíz; tejer matatillos, esto es, cebaderas y hondas de cabulla; jugar con pelotas de ule, que pica y salta con gran pujanza, y otros semejantes divertimientos.[1] Este, en suma, es el orden de criar y educar á la juventud de esta nación que parece bárbara, sin otros requisitos menudos que se omiten, por proceder con estilo breve y no molestar con prolijas circunstancias.

  1. Torquemada, segunda parte, cap. XLIII, folio 663.