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CAPÍTULO IV.

De otras imágenes milagrosas y de gran devoción que hay en la iglesia del convento de San Francisco de esta ciudad.


Tan frecuentada de los fieles se ve la capilla de la imagen del Santo Eecce-homo, de la iglesia de mi patrón San Francisco, como la que en el precedente capítulo acabamos de referir. Es esta imagen una de las estimables reliquias que tiene Goathemala: su estatura es del tamaño del natural, tan viva y lastimosamente herido y cárdeno, y tan pavorosamente abstracto, que el mirarlo pone reverencia y miedo. Está sobre una basa sentado, con los triunfos y adornos de la clámide, caña y corona de espinas, y la mano derecha aplicada á la mejilla divina: tiene los ojos de vidrio, con que parece estar vivamente mirando á quien le mira; mas con tanta tierna y suprema compasión, con tan sereno y confuso sentimiento, que saca las lágrimas al corazón más duro, y los suspiros á la boca del alma más rebelde. Lo decente y primoroso de su divino culto es como de piedad y atención franciscana, sin que en él eche nada menos la devoción y decencia más esmerada y pía; y con especialidad es más esmerado su adorno en los viernes de la Cuaresma, que se goza la divina, soberana y devota imagen sin el decente previo culto de la vidriera. Sale de la capilla, este herido, y