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118 Biblioteca de los Americanistas.

D. Pedro, con el tercio de su cargo, por la calzada que se le había encargado, le salieron al encuentro grandes escuadrones de Mexicanos, y arrojándole delante cinco cabezas de españoles sacrificados, que aun corría sangre de ellas, cerraron con ímpetu denodado con el tercio de Alvarado, haciéndole desesperada guerra, no sólo estos escuadrones de la calzada, sino desde las azoteas y desde las canoas y piraguas de la laguna, con infinita vara y flecha que le disparaban; sobreviniendo, á las reseñas de la corneta de Guatemuz, nuevas escuadras de indíos que llenaban aquel sitio, que ahora se llama la Calzada de San Antón, de atrocidades y asombros, hasta que, sin dejar la batalla, se fué retirando este tercio de Alvarado á su alojamiento, donde más bien ordenados y pudiendo campar la caballería, ayudados de dos tiros gruesos de artillería, hacían ceder á muchos indios, muertos y heridos por aquel sitio y la parte de la calzada. No cesando desde entonces, por muchos días, de combatir y de resistir á tantos millares de indios que sobrevenían, y entraban alternados, de refuerzo; quedando, en esta pluvia de combatientes frecuentados, destituídos los nuestros de los indios amigos que, medrosos y horrorizados de ver los bárbaros sacrificios que en el gran adoratorio (que es eminente) se ejecutaban, así de indios como de españoles, se retiraron á sus pueblos durante estas atroces y sangrientas guerras, en que se experimentó el gran valor y sufrimiento militar de D. Pedro de Alvarado hasta la prisión de Guatemuz, yerno de Montezuma.

Había, antes de esta sangrienta y perseverante guerra, sucedido la batalla del ejército de Cortés con un Pánfilo de Narváez, y cuando hubo de salir contra él, le pulsaba el mayor cuidado en la seguridad de la persona de Montezuma, á quien tenía arrestado en la prisión de su propio Palacio; y como en la guarda y posesión de aquella Real persona consistía el tener ó no tener á México, cabeza y corte de aquel Imperio, era el mayor peso de sus cuidados el acertar á elegir persona que la guardase: porque de dejarle libre, se seguía la perturbación y levantamiento de México, y de