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Recordación Flordia. 89

para el adorno y recreo las flores de adormideras, lirios de todas suertes y mucho provecho, romero, marrubiós, jazmines y flores de San José que llaman malvaloca, esquisuchil, varas de San José, narcisos y floripondios, con las que llaman reinas, sin otras propias de la producción de los campos; siendo una florida primavera todo el año esta amenísima estancia, en cuyos senos y quebradas, como lo breñoso de su montaña, hay diversísima y provechosa caza, en que se logra la de muchos ciervos, que crían, por la virtud medicinal de sus hierbas, que pastan, excelentes piedras bezares. Hállanse allí muchos conejos, dantas, osos, tigres, leones, puercos monteses, erizos, tepesquintes, armados, pisotes, que se domestican y crían muy caseros, guatusas, ardillas y gatos monteses, sin infinita volatería que sirve al alimento y la recreación de la vista y el oído; porque en su diversidad y en su gran copia hay para satisfacer á todo: conduciéndose de allí, á esta ciudad de Goathemala, muchos y excelentes como estimables sensontes, cenicientos, cerrojillos, pintados, realejos, gorriones, y muchos de los que llaman cardenales jaulines, cimarrones, y otra gran máquina de carpinteros, jaras, tordos, cuervos, águilas, pavas, paupies, palomas, tórtolas, quetzales y otras aves.

Por toda la primera parte, de lo bajo de su admirable cuerpo, está todo cultivado y pulido de dilatadas y grandes sementeras de maíz y otras muchas y provechosas legumbres, con tanta suficiente cantidad de tierra prolífera, que hay para descansadas remudas de sementeras; y así se ven de ordinario unos cuadros cultivados y pulidos de la agricultura y otros cubiertos de breña. Y subiendo más al segundo tercio de él, está poblado de montaña de tupida arboleda, que la hace muy umbría y enlazada entre sí misma, y de donde resulta mucha y muy fácil providencia de incorrruptibles y excelentes maderas y bejuco para los edificios de esta ciudad, pueblos de su falda y algunos de los potreros de su contorno; pero desde donde termina la arboleda, á los últimos tercios de su eminencia, no se puebla ni viste de otro género de hierba que no sea esparto; bien que el