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Recordación Florida. 85

introducción y llaneza con que trataba al Duque de Béjar y al de Alburquerque, con quien tenía la afinidad contraída por el casamiento efectuado con Doña Francisca de la Cueva, sobrina del Duque, hija de D. Pedro de la Cueva , almirante de Santo Domingo, y no siendo menos interesado el de Béjar en este ajuste y composición de los pleitos de D. Fernando Cortés, por la dependencia y unión á que le obligaba el casamiento tratado de D. Fernando con Doña Juana de Zúñiga, sobrina de el de Béjar; con cuya dependencia, pudo D. Pedro de Alvarado introducir, en el sentir de estos grandes personajes, el conocimiento de la verdad. Con que, estimulados ambos de estas obligaciones y del conocimiento de la justicia y razón de Cortés, acreditada por su verdadero amigo, dispusieron el que Martín Cortés, su padre, se presentase ante Su Majestad, para que oyese los descargos y justificación de su hijo; á que el Duque de Béjar ayudó con razones bien claras, que fomentaban la justicia y lealtad de tan ilustre y leal vasallo, y salió por su fiador, ofreciendo su cabeza por él, y poniendo en la mayor seguridad de esta fianza todo su estado.

Contrapesaba y hacía más graves los cargos de Cortés, lo que contra él escribía á S. M. el contador Rodrigo de Albornoz; pero vistas las cartas que escribía D. Fernando Cortés á su padre Martín Cortés, quedó el Rey satisfecho de que los más de aquellos capítulos eran producidos del odio de los adversarios de Cortés, que manifestaba á su padre por sus cartas:[1] que el contador Albornoz estaba mal con él, por no haberle dado cuantos y cuales indios quería, y haberle negado una hija de una cacica muy principal que le pedía: por lo cual, más bien considerada esta causa, se tomó el expediente de que viniese á tomar residencia á Cortés el licenciado Luis Ponce de León, primo de el Conde de Alcaudete. Tanto como esto valía la intercesión, crédito y maña de D. Pedro de Alvarado; quien consiguió por sí la marca y cruz de Santiago, la gobernación, como llevo dicho, y el ade-

  1. Bernal Díaz, original, capítulo CLXIII, folio 218.