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76 Biblioteca de los Americanistas.

con que el emperador Ahuitzol rebosaba sus máximas interiores; siendo estas, á la verdad, las de que estos embajadores, con el motivo y pretexto de la unión, reconociesen las sendas, la calidad de los reinos, sus fuerzas y la flaqueza y debilidad de algunos países para intentar su conquista: engañándose Enrico Martínez[1] en lo que pensó, ó divulgó la fama y jactancia mexicana, sobre querer introducir al crédito humano, el que este rey Ahuitzol dominó á Goathemala.

Mas como Ahuitzol era astuto, y sabía usar de maña en todas ocasiones, no dándose por vencido con la relación que le llevaron sus embajadores, quiso introducir en estas provincias de Goathemala, por las playas y riberas del Sur. alguna de su gente, que fueron los que llevo dicho, que pasaron con título de mercaderes y oficiales; malográndose y quedando pausada esta máxima, á poco tiempo de empezarse á introducir, y frustrándose la astucia con su muerte este mismo año, que fué el décimosegundo de su reinado.[2] Pero habiéndole sucedido en el Imperio Montezuma, último señor de Mexico, volvió con mayor esfuerzo á emprender la conquista y dominación de Teguantepeque; mas confederado el señor de aquella provincia con el gran cacique Tutepeque, y unidas las armas de estos dos príncipes, le hicieron perseverante y esmerada resistencia, que durando largo tiempo, disminuído y enfermo el ejército mexicano, les fué no muy dificultoso á los defensores romper y desbaratar el ejército de Montezuma, haciéndole tomar la vuelta de Mexico con unas pobres reliquias de sus tropas. Con este suceso, que derramó la fama hasta este reino de Goathemala, oprimieron los reyes del Quiché, Cachiquel y Sotojil á los intrusos Mexicanos de la costa del Sur, disminuyéndose mucho en el número, porque gran cantidad de ellos fué despeñada en los sitios que hoy se ven entre San Salvador

  1. Enrico Martínez: tratado II, capítulo II, folio 118.
  2. Id., fol. 118.