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Recordación Florida. 75

débiles las empresas aun en sus propios principios; que desesperado el deseo de conseguir su rendimiento por este lado, el emperador Ahuitzol hizo especiales embajadores á este Reino, para que éstos pasasen á tratar con los señores Tultecas de concordia, unión y confederación entre aquel Reino y éste; y que estos embajadores ó mensajeros, por ser pocos y caminar con poco aparato, mas de aquel muy preciso y el bastante para sólo introducir sus creencias, según su estilo, pudieron pasar desde Teguantepeque á este Reino; pero habiéndose introducido á la presencia del rey Utatlán y propuesto su embajada, este señor de Utatlán como no poco mañoso y advertido, se excusó con ellos, negándose á todo, con el pretexto sagaz de no entenderlos. Y despedidos de aquella corte pasaron á esta de Goathemala, donde fueron más bien recibidos y oídos del señor de los Cachiqueles; pero no por razón de esta urbanidad quedó asentado punto alguno de aquellos tratados, mas de la conmunicación de un reino á otro, sin obligarse el señor de Goathemala á obviar sus daños, ni tomar las armas en su defensa, por el daño que les pudiesen hacer losQuicheles y Sotojiles, por razón de que estos eran señoríos y cacicazgos distintos, que podían á su arbitrio usar de la concordia ó de las armas cuando les pareciese. Pero restándoles, para cumplir y perfeccionar su embajada, pasar á la corte de Atitlán á verse con el cacique ó rey de los Sotojiles en este país se vieron en grande y apretado conflicto, porque allí fueron recibidos con vara y flecha; por cuyo inminente riesgo, siendo rechazados, dieron la vuelta por la propia corte de Utatlán y el gran cacique ó señor de aquella región les hizo intimar que, dentro del término de un día natural, saliesen de su corte, y dentro del curso de veinte soles de toda la jurisdicción de su Reino. Nacía esta repulsa tan agria, no de frágiles ni voltarios principios, sino de que en él término que estos embajadores gastaron en la jornada y residencia de algunos días en la corte de Goathemala, calaron y descubrieron sutilmente los señores de el Quiché y Sotojil, que el pretexto de la concordia era título honesto,