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RATÓN PÉREZ
nes agregados á la Embajada alemana.
El roce continuo con estos diplomáticos le había engreído y extranjerizado, y no tenía otros tópicos de conversación que el Polo y el Lawn-Tennis.
Con gusto hubiera prolongado el rey Buby la velada, pero Ratón Pérez, que se había ausentado un momento, volvió con su cartera terciada á la espalda, y al parecer bien repleta, y le manifestó respetuosamente que ya era hora de partir.
Hizo, pues, el rey Buby, con mucha gracia, sus corteses ofrecimientos de despedida, y la Ratona Pérez, en un
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