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RATÓN PÉREZ
Prats[1], frente por frente de una gran pila de quesos de Gruyère, que ofrecían á la familia de Pérez, próxima y abastada despensa.
Fuera de sí de contento, tiróse el rey Buby de la cama, y comenzó á ponerse su blusita. Mas Ratón Pérez saltó de repente sobre su hombro, y le metió por la nariz la punta del rabo: estornudó estrepitosamente el Reyecito, y por un prodigio maravilloso, que nadie hasta el día de hoy ha podido explicarse, quedó convertido, por el mismo esfuerzo del estornudo, en el ratón más lindo y primoroso que imaginaciones de hadas pudieran soñar.
Era todo él brillante como el oro, y suave como la seda, y tenía los ojitos
verdes y relucientes como dos esmeraldas cabochon.
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- ↑ Famosa tienda de ultramarinos, existente en Madrid, en el lugar citado.