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Amalia D. Soler

¿Y qué pasó después? dirán sin duda
los curiosos lectores.
¿Qué había de suceder? Tras la tormenta
presenta el arco iris
sus mágicos colores,
las avecillas cantan
y abren su cáliz las pintadas flores.
Cuando Enrique vió á Sara
con su humilde sayal y su tristeza,
y vió desvanecido
el tipo de elegancia y gentileza
que tanto había querido...
¿quién sabe si á su esposa contemplando
iría sus perfecciones admirando?
Y sin él darse cuenta, lentamente,
(yo no digo que á Sara olvidaría,)
más seguiría del tiempo la corriente
y un pálido recuerdo guardaría
de un ensueño perdido en lontananza,
de una sombra de ayer sin esperanza.
Pero cuenta la historia
que Raquel tuvo un niño tan hermoso,
que cuando Enrique con amor profundo
á su hijo contemplaba,
se olvidaba de todo en este mundo
y en éxtasis divino se embriagaba.

Sara cumpliendo su misión bendita,
viviendo entre tormentos y dolores,
me atrevo á asegurar que mucho tiempo
le consagró un recuerdo á sus amores;
nada más natural, el pensamiento
pide con insistencia su alimento,